martes, 3 de mayo de 2011

Cuidados Postoperatorio en pacientes con cancer de mama

Generalmente en este tipo de enfermas que habitualmente no tienen ninguna enfermedad sobre añadida, la recuperación suele ser bastante rápida si no aparecen complicaciones.
Las indicaciones que el cirujano establece en el postoperatorio inmediato suelen ser sencillas, pues es una cirugía que normalmente no precisa de tratamiento antibiótico profiláctico, ya que es limpia. La enfermería cobra un importante papel en este momento, pues son los primeros profesionales que van a estar en contacto con la enferma cuando despierte y por lo tanto serán los primeros que transmitirán información a la paciente sobre lo ocurrido durante la cirugía. Son mujeres que en muchos casos entran en quirófano con una mama que no saben si se la van a extirpar o no; por lo tanto esta es la primera angustia que la paciente va a manifestar al despertarse. Generalmente, los profanos piensan que si le han dejado la glándula, el proceso es más benigno que si se la extirpan. Esto no es así, por lo que el profesional de enfermería debe hacer mucho hincapié para que la paciente mastectomizada, no se angustie innecesariamente. Por lo tanto el factor psicológico comienza desde este mismo momento a tener un poder esencial en estas enfermas oncológicas. Este factor psicológico, debe aportar a la paciente una actitud positiva frente a la enfermedad, pues de ello depende en muchos casos la buena evolución del proceso. Así pues, la información inicial que demos debe ser siempre muy positiva y si tenemos dudas al respecto, es mejor derivarla al médico que la operó que podrá complementarla adecuadamente. Debemos tener en cuenta que las mujeres mastectomizadas, además de presentar un estado de ansiedad ante una enfermedad oncológica, hay que añadir otro estado de angustia ante la situación de verse “mutiladas”, factor que socialmente influye mucho en la actitud psíquica de estas pacientes.
En un primer momento la paciente suele estar en la zona de recuperación donde se vigilan las primeras complicaciones que puedan aparecer, derivadas de la anestesia y de la cirugía como pueden ser hemorragias, náuseas y vómitos. Pasadas unas horas, la paciente una vez recuperada de la anestesia general, es remitida a la sala de hospitalización, en la habitación donde permanecerá unos días hasta darle el alta médica para que pase su convalecencia en su domicilio. El tiempo de ingreso de la paciente debe ser el mínimo posible, pues una estancia en el hospital supone una importante alteración en la vida cotidiana no solo de la paciente sino también de sus familiares por lo que es muy conveniente que en cuanto sea posible, la paciente realice la convalecencia de su enfermedad en su domicilio. Hoy día en nuestro país, se están organizando unidades de enfermería en los ambulatorios y centros de salud que se encargan de cuidar y vigilar la convalecencia en el domicilio de la paciente, con lo que ésta no se siente abandonada por el servicio sanitario.
Una vez que la paciente ha llegado a su habitación, la enfermera de la planta se hace cargo de ella acomodándola y controlando sus constantes al llegar: pulso, tensión arterial, estado de conciencia  vigilancia de la diuresis y los drenajes que trae consigo. Hay que anotar la cantidad de orina que hay  en la bolsa y la cantidad de contenido en los drenajes. Realizadas estas operaciones, debemos permitir que la paciente se quede tranquila con sus familiares pues será el primer contacto en privado con ellos, lo cual es importante para su salud psicológica. En estos casos, es muy infrecuente tener que recurrir a suspender las visitas por orden facultativa, pues la evolución postoperatoria suele ser satisfactoria después de las primeras 24 horas.
En estos primeros momentos, cuando la paciente empieza a despertarse, el dolor se hará más agudo y molesto en algunos casos. Generalmente, el cirujano ya habrá pautado medicación adecuada para esta situación, valorando las posibles alergias a fármacos que pueda tener la enferma. Esto es MUY IMPORTANTE, de tal forma que el profesional de enfermería debe comprobarlo desde el primer momento y nunca administrar ningún fármaco que le pueda producir algún problema de tipo alérgico. Tampoco deberíamos escatimar la medicación para la analgesia en caso de que la paciente precisara más dosis para su confort. Es esta situación, llamaremos al médico para que administre los fármacos necesarios.  En algunos casos esto se precisa pues el umbral del dolor, es muy variable según el tipo de intervención y el estado físico y psíquico de la paciente. El personal de enfermería a continuación procederá a leer las indicaciones que el cirujano ha pautado para el postoperatorio inmediato, así como la apertura de la historia clínica de enfermería en donde se anotarán todas las vicisitudes que puedan irse produciendo en cuanto al proceso de la paciente se refiere. Se establecerán los horarios de cambio de sueros así como la inclusión en ellos de los fármacos que sean necesarios. Se establecerá una vigilancia periódica de sonda vesical. Constantes y control de los drenajes, anotando todas las  variaciones que se vayan produciendo.
Habitualmente, mantendremos a la enferma en dieta absoluta unas 24 horas, aunque esto puede variar según los diferentes protocolos de los centros sanitarios. Generalmente entre las seis u ocho horas después de la intervención, se puede iniciar tolerancia digestiva en estos casos pues no se trata de una cirugía abdominal.  En cualquier caso, antes de iniciarla, se debería comprobar que existe peristaltismo en el intestino de la enferma.  Si esto es así, se procede a la administración pausada de líquidos (agua o manzanilla) para ver como responde la paciente. Si pasadas unas horas la enferma lo ha tolerado correctamente sin producirse vómitos o náuseas, se procederá acto seguido a retirar la sonda vesical y los sueros que la paciente llevaba, desde la intervención quirúrgica. Hoy días en muchos centros mantenemos una vena heparinizada por si es necesario seguir administrando algún medicamento por vía parenteral como pueden ser analgésicos o antibióticos. Si por el contrario comienza con náuseas y vómitos, entonces debemos esperar hasta las veinticuatro horas de la operación. La ingesta de alimentos sólidos se inicia con una alimentación de transición (dieta blanda) para en un máximo de 24 horas, continuar con una dieta normal.

Si a la paciente se le ha administrado tratamiento antibiótico en la intervención por cualquier causa, entonces debemos seguir las indicaciones pautadas al respecto por parte del médico utilizando la vía parenteral heparinizada si fuera necesario. Lo mismo ocurre con la analgesia que varía según los diferentes protocolos de cada servicio de cirugía.

En cuanto a los drenajes se refiere, en estos primeros momentos hay que vigilar que funcionen correctamente y que el contenido que tienen que suele ser en principio sangre, se debe a la hemorragia del lecho quirúrgico, que no debe ser excesivo en los primeros momentos, pues en cuyo caso, habrá que pensar que existe un vaso que está sangrando activamente, lo que supondría la reintervención de la paciente para cohibir esta hemorragia. Como comentaba antes, es importante ir anotando las cantidades para valorar esta posible hemorragia. Generalmente, los drenajes se suelen retirar a las 48- 72 horas después de la intervención cuando prácticamente ya no eliminan contenido. Una secreción inferior a 20-30 ml es suficiente para retirarlos. Los drenajes deben permanecer el menor tiempo posible, pues el riesgo de infección de la herida aumenta a medida que se mantienen o se prolongan en el tiempo. Una vez que a la paciente se le han retirado, simplemente con 24 horas de observación es suficiente para confirmar su alta del centro hospitalario. Por lo tanto, en un máximo de cuatro, a lo sumo cinco días después de la intervención la paciente puede irse a su casa para continuar allí su convalecencia. La retirada de puntos o grapas se puede hacer a partir de los siete días en la consulta de enfermería.

Durante el tiempo que permanece la paciente a la espera de retirar los drenajes, una vez que ya come con normalidad, los cuidados se centrarán en la herida, haciendo curas diarias y procurando protegerla de las infecciones.


El cuidado psicológico de la enferma se debe mantener durante estos días ayudándola superar el stress que supone este tipo de intervenciones, así como ayudarla a enfrentarse a su nueva situación física si es el caso, y sobre todo ayudarla a realizar el drenaje linfático de la axila para evitar que la mano y el brazo afectos, se edematice. Estos cuidados, corresponden al equipo de enfermería pues son estos profesionales los que durante el postoperatorio van a estar en constante contacto con la enferma y sus familiares. Cuando llegue el momento del alta, se le facilitará el informe provisional del tipo de intervención que se le ha realizado así como los cuidados y complicaciones postoperatorias que hayan podido surgir.  La enfermera será en este momento la encargada de dar a la paciente las últimas recomendaciones sobre el cuidado de la herida así como la cita en la que la enferma deberá acudir a la consulta para retirar los puntos o grapas de la incisión quirúrgica. Así mismo no olvidar los aspectos psicológicos y estimular el ánimo positivo de la paciente para que pueda superar ella sola los inconvenientes y dudas que le puedan surgir a partir de ese momento en el que se enfrentará sola con el problema. "" 

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Lcda. en Enfermería. Msc.Gerencia de Salud Pública. Diplomatura en: Docencia, Metodología e Investigación, Nefrología y Salud Ocupacional. Actualmente Bacherlor y Master en Ciencias Gerenciales.